Personal Story Explaining What Hate Is | Day 13 of 30-DAY #BLOGGING CHALLENGE - Part 2 | [ENG/SPAN]

Today my task is to tell you what I think hate is. The best way to describe it is to show you how it feels.

Just like you can't fully describe what love is until you've felt it, the same goes for hate. You can never fully understand and put into words the depths of pain you're made to feel that lasts you a lifetime. It's something you can never forget.

Here's my personal story I carefully documented.

^{Image by johnhain from Pixabay}

It was a good day. I could feel my face stretch as my mouth widened into a small grin. "I did it", I said as I closed the door to my supervisor's office with the papers in hand. I took a quick look around to make sure one else heard me. After all, I'd only been on the job for six months.

The pay was not great, but it was a start to my career. Never did I expect anything as good as this. We're not supposed to discuss merit raises, so back at my desk, I placed the paperwork in the drawer, then turned the key. I picked up my purse and reached for my rain jacket.

I bid my co-workers goodbye and headed for the elevator parking garage.

I couldn't wait to get home. I imagined the look on my husband's face as I retold my review score with a 10% raise. I was thinking that I could finally start saving for my two children's college expenses.

About fifteen minutes from downtown, I was driving in the far right lane. All cars had stopped, waiting for the traffic signal to change. I could feel something odd was happening in the car to the left of me.

Out of the corner of my eye I saw two young men waiving one of their hands. I didn't know if they were waiving at me. However, with a gesture simulating a roll, the teens were motioning for me to roll down my window.

I say teens because the young man looked like they were in high school. There were only two of them in the front seats of the car. I remember feeling concerned that something wrong with my car. I thought maybe it was a tire.

Cautiously, I rolled down my window after seeing the window to their car rolled down also.

The teen driving the car looked over at me laughing, then yelled, "Black is beautiful."

The teen in the passenger seat was laughing the entire time. He then put his head out the window and yelled, "But white is right [THE MOST HORRIBLE RACIAL SLUR ONE CAN UTTER]",

For a moment, I felt shock, but I slowly rolled up my window.

I saw them as they rolled up their window and sped off. They were clapping and moving in the car as if in delight they had accomplished something they set out to do.

Almost to the signal light, I pulled into the gas station on the right hand side of the street.

Patrons were refueling, so I edged to the farthest right side of the entrance out of their way. The steering wheel was the first to meet my sadness. It held my head in place as I rubbed it from side to side.

Nothing could take that word away. Nothing could help how I felt at that moment as I replayed the scene. I could still hear their rude laughter.

I sat thinking for several minutes. Those were teens. But, they felt comfortable enough to voice racial slurs to a grownup. I felt I'd suddenly undergone a transformation. I felt hardened. Nothing would ever be the same. Now I truly understood what it was like for my mother many years ago to see the sign on the window downtown that stated No Negroes Allowed and have to explain it to me and my siblings.

You can read about it. You can march in protests. But until the words of bigotry are spoken directly to and targeted at you, you'll never truly know how it feel. They cut deep; they seep inside to find a place to dwell; and they becomes part of you, forever changing how you look at the world and others who have no idea.

Why in the name of God would parents teach their children the language of hate? But I was being too polite. I was giving them and their families too much leniency. It was downright bigotry and racism.

I was also thinking it was a mindset that's passed from one generation to the next. It will continue to do so until the cycle is broken.

^{Image by johnhain from Pixabay}

I needed to get home. Life goes on, so I watched carefully before entering the oncoming traffic headed home.

I knew that these two young boys would probably grow up to have all the opportunities afforded them and would probably be in positions of power to make decisions on others.

Gone was the thought of the raving performance review and raise. Gone was the anticipation of telling my husband. Gone was excitement of having a decent-paying job for my family.

Instead, I thought about how my children would grow up in a world where they would be judged not by the content of their character, but by the color of their skin.

^{Image by DWilliamsfrom Pixabay}

Hoy mi tarea es decirles lo que creo que es el odio. La mejor manera de describirlo es mostrarte cómo se siente.

Al igual que no se puede describir del todo lo que es el amor hasta que lo has sentido, lo mismo ocurre con el odio. Nunca podrás comprender ni expresar con palabras la profundidad del dolor que te hacen sentir y que te dura toda la vida. Es algo que nunca puedes olvidar.

Aquí está mi historia personal que documenté cuidadosamente.

Era un buen día. Podía sentir cómo mi cara se estiraba mientras mi boca se ensanchaba en una pequeña sonrisa. "Lo hice", dije mientras cerraba la puerta del despacho de mi supervisor con los papeles en la mano. Eché un rápido vistazo a mi alrededor para asegurarme de que nadie más me había oído. Después de todo, sólo llevaba seis meses en el trabajo.

El sueldo no era muy bueno, pero era el comienzo de mi carrera. Nunca esperé algo tan bueno como esto. Se supone que no podemos hablar de los aumentos por méritos, así que, de vuelta a mi escritorio, coloqué el papeleo en el cajón y giré la llave. Recogí mi bolso y cogí mi chubasquero.

Me despedí de mis compañeros de trabajo y me dirigí al aparcamiento con ascensor.

No podía esperar a llegar a casa. Imaginé la mirada de mi marido cuando le conté la puntuación de mi revisión con un aumento del 10%. Pensaba que por fin podría empezar a ahorrar para los gastos universitarios de mis dos hijos.

A unos quince minutos del centro, conducía por el carril de la derecha. Todos los coches se habían detenido, esperando a que cambiara el semáforo. Sentí que algo extraño ocurría en el coche que estaba a mi izquierda.

Por el rabillo del ojo vi a dos jóvenes que agitaban una de sus manos. No sabía si me estaban saludando a mí. Sin embargo, con un gesto que simulaba un giro, los adolescentes me estaban indicando que bajara la ventanilla.

Digo adolescentes porque los jóvenes parecían estar en el instituto. Sólo había dos de ellos en los asientos delanteros del coche. Recuerdo que me preocupaba que algo anduviera mal en mi coche. Pensé que tal vez era un neumático.

Cautelosamente, bajé mi ventanilla después de ver que la ventanilla de su coche también estaba bajada.

El adolescente que conducía el coche me miró riéndose y luego gritó: "El negro es hermoso "**.

El adolescente del asiento del copiloto no dejaba de reírse. A continuación, sacó la cabeza por la ventanilla y gritó: "Pero el blanco tiene razón [EL MÁS HORRIBLE DESAGRAVIO RACIAL QUE SE PUEDE EMITIR]"**,

Por un momento, me sentí conmocionado, pero lentamente subí la ventanilla.

Los vi mientras subían la ventanilla y se alejaban a toda velocidad. Aplaudían y se movían en el coche como si estuvieran encantados de haber conseguido algo que se habían propuesto.

Casi hasta el semáforo, me metí en la gasolinera de la derecha de la calle.

Los clientes estaban repostando, así que me puse en el lado derecho de la entrada, fuera de su camino. El volante fue el primero en encontrarse con mi tristeza. Me sujetó la cabeza mientras la frotaba de lado a lado.

Nada podía quitarme esa palabra. Nada podía evitar lo que sentía en ese momento mientras repetía la escena. Todavía podía oír sus groseras risas.

Me quedé pensando durante varios minutos. Eran adolescentes. Pero se sentían lo suficientemente cómodos como para expresar insultos racistas a un adulto. Sentí que de repente había sufrido una transformación. Me sentí endurecido. Nada volvería a ser lo mismo. Ahora comprendía de verdad lo que era para mi madre, hace muchos años, ver el cartel en la ventana del centro que decía No se admiten negros y tener que explicárnoslo a mí y a mis hermanos.

Puedes leer sobre ello. Se puede marchar en las protestas. Pero hasta que las palabras de intolerancia no se dirijan directamente a ti, nunca sabrás realmente lo que se siente. Se filtran en el interior para encontrar un lugar donde morar, y se convierten en parte de ti, cambiando para siempre tu forma de ver el mundo y a otros que no tienen ni idea.

¿Por qué, en nombre de Dios, los padres enseñarían a sus hijos el lenguaje del odio? Pero estaba siendo demasiado educado. Les estaba dando a ellos y a sus familias demasiada indulgencia. Era un auténtico fanatismo y racismo.

También pensaba que era una mentalidad que pasa de una generación a otra. Y seguirá haciéndolo hasta que se rompa el ciclo.

Necesitaba volver a casa. La vida continúa, así que me fijé bien antes de entrar en el tráfico que se dirigía a casa.

Sabía que estos dos jóvenes probablemente crecerían y tendrían todas las oportunidades que se les ofrecen y probablemente estarían en posiciones de poder para tomar decisiones sobre los demás.

Atrás quedaba la idea de la evaluación del rendimiento y el aumento de sueldo. Atrás quedaba la expectativa de decírselo a mi marido. Atrás quedaba la emoción de tener un trabajo bien pagado para mi familia.

En su lugar, pensé en cómo mis hijos crecerían en un mundo en el que serían juzgados no por el contenido de su carácter, sino por el color de su piel.

Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator