Vienen por ti | Relato de Terror [ESP-ENG]

Ana, una joven reportera, es nueva en la ciudad, se mudó por motivos laborales, alquiló un departamento cerca de su lugar de trabajo, dispuesta a comenzar una nueva vida.

El día de la mudanza, terminó tan cansada que ni siquiera tuvo tiempo de desempacar, al punto de solo recordar haber entrado al departamento, tocado la cama y caer en un sueño profundo, tan profundo que parecía real.

En la mañana siguiente se levantó muy temprano, monto el café y mientras iba de un lugar a otro, escuchó una voz tierna decirle:
—¡Hola!—

No. Ana no miró o buscó aquella voz, desde luego era solo su subconsciente o algún recuerdo de un sueño que se cruzó por sus pensamientos, ya que ella vivía completamente sola y ni una mascota tenía. Así que solo era su mente jugando con ella.

Siguió a la sala y al volver a la cocina, el ruido de un golpe y el de los vidrios, se esparció por el departamento, la taza de café de Ana había caído al piso junto a otras vajillas, pero no fue un accidente, algo habia provocado aquel suceso. Se agachó a recoger los pedazos de la taza y oyó nuevamente aquella voz tierna: —¿Cómo te llamas?—
Está vez no pudo ignorarla, levantó la mirada y frente a ella estaba una hermosa niña de aproximadamente 5 años.

Ana, le preguntó a la niña
"¿Quién eres?"
—Mi nombre es Ana—
"Increíble", suspiró, mientras pensaba que se trataba de una broma.

Luego le preguntó
"¿Qué haces aquí?"
—Esta es mi casa— dijo la niña.

En ese momento Ana sonrió, y pensó que seguramente era hija de quienes le habían alquilado el lugar. Entonces, le preguntó si quería unas galletas, pero la niña se negó a comer algo, tampoco quiso beber nada, solo miraba muy detenidamente a Ana.

Luego de una pausa silenciosa, la niña le dijo a Ana:

—Me alegra que estés aquí, puedes quedarte el tiempo que quieras. Por lo general los demás no duran tanto tiempo, se van y me dejan sola—

Ana miró con ternura y pena a la niña, y le prometió que mientras ella viviera allí podía ir a visitarla, pero lo que ella no sabía, era la razón por la cual los huéspedes anteriores habían abandonado aquel lugar.

La pequeña niña no estaba de visita y Ana pronto lo descubriría.

Llegó el momento de irse a trabajar, pero antes de hacerlo recordó que tenía una pequeña huésped en el lugar y fue entonces cuando Ana le pidió a la niña que se fuera a su casa ya que ella debía ir a su trabajo. La niña, que estaba sentada en el pequeño sofá frente a la televisión, giró su cabeza hacia Ana y le respondió:

—Ya estoy en ella—

Ana nuevamente hizo un silencio extrañada por la respuesta, pero recordó que probablemente esa niña era hija de los dueños del departamento y por eso la razón de su respuesta, era muy tarde y no podia lidiar con una niña, explicándole que ahora la dueña de aquel lugar era ella, asi que decidió irse y dejar a la pequeña allí, igual al volver ya no la encontraría.

Al regresar de su trabajo, casi cayendo la noche, Ana abre la puerta del departamento y para su sorpresa, la niña seguía allí en el mismo lugar donde la había dejado, le preguntó que hacía aún allí y la niña solo respondió:

—Me dijiste que debía ir a casa y eso hice, está es mi casa, pero pronto va a oscurecer y debo esconderme—

"Okey", dijo Ana mientras suspiraba nuevamente y ya sin mucha paciencia. Le indicó a la niña que debía irse, ya que seguramente su mamá no la estaba buscando, que debía estar con sus padres y no allí con ella. Entonces la niña le respondió:

—Mi mamá no puede cuidarme, nadie puede, estoy completamente sola, todos se alejan de mi o se van, espero que tú no lo hagas.—

"Wow qué clase de padres tiene está niña", pensó Ana. Fue a la recámara a dejar sus cosas y al salir para despedir a la niña, ella ya no estaba, esta al parecer se había ido, así que se puso feliz de por fin estar sola o al menos eso era lo que creía.

Fue a la cocina a preparar su cena y en eso encontró una nota extraña, hecha con colores y letra de niña, donde decía: —No me fui, me escondí porque ya vienen por ti, cierra tu puerta, cubre tu cabeza con una manta y sea lo que sea que escuches, no mires—

Ana, suspiró una vez más, diciendo "vaya día", en su trabajo las cosas no estuvieron sencillas, los nuevos siempre tienen los ojos de todos en la oficina sobre ellos y además lidiar en casa con la hija del dueño del lugar, no era lo mejor que le había sucedido.

Se fue acostar, con la lámpara junto a su cama encendida, mientras leía reportes y buscaba más noticias en la web, pero su subconsciente no la deja tranquila, la bombardeaba con el recuerdo de lo que decía aquella nota, esto hacia mirar hacia la sala y sin pensarlo 2 veces se levantó y cerró la puerta.

Los minutos pasaban y con ellos la idea loca de que algo podía suceder, cuando no era más que el juego de una niñita que ni siquiera conocía. De repente, se escuchó un ruido en la sala, quiso levantarse a mirar, pero aquella nota de advertencia seguía en su cabeza, así que se quedó en silencio para escuchar lo que sucedía.

El ruido se hizo más fuerte, voces extrañas y un olor nada agradable. Corrió a su cama y justo cuando buscaba la Manta para arroparse de pies a cabeza, salió la pequeña niña también llamada Ana y le dijo: —Corre—

Ana pegó un gran grito, ambas se metieron debajo de la Manta, todo se puso muy oscuro, así que Ana alumbró adentro con una linterna y cuando iluminó a la niña, un grito de horror y estremecedor rodeó aquel lugar. Ana vió a la niña de forma diferente, una anciana esquelética, cabello blanco, con una sonrisa diabólica y mirada poseída.

Salió de la Manta sin pensarlo dos veces y ahora es que su pesadilla comenzaba. Frente a ella, estaban dos personas no parecía normales, sus miradas te sumergían en el miedo y todo el horror que estaba sintiendo no la dejaban concentrarse y observar bien, mucho menos en aquella oscuridad.

Ana creyó estar dormida, creyó que la niña y esas personas eran almas en pena que buscaban atormentarla, sus ideas estaban confusas, no paraba de llorar y gritar al mismo tiempo del miedo. Fue entonces, cuando uno de los abuelos de la niña la tocó en el hombro y le dijo: —Calma—, al encender la luz notó que ellos no eran almas, eran personas reales como ella y la pequeña niña Ana había desaparecido.

Los abuelos de la niña le explicaron que su hija de 5 años murió en ese lugar, que sus salieron a mostrar el departamento de al lado para ponerlo en alquiler, pero cuando volvieron se encontraron con una escena lamentable. Varios hombres habían entrado a la casa a robar pensando que estaba sola, pero al ver a la niña gritando de miedo y no querer dejar testigos la mataron de forma violenta.

Sus llenos de tanto dolor, habían decidido mudarse y alquilar ese lugar, para no recordar aquel suceso, mientras ellos vivían en otro lado. Ambos murieron de tristeza y al no regresar, el alma de la niña creía que la habían abandonado, así que atormentó a cada huésped que allí se quedaba, a algunos incluso arrastró con ella hacia la muerte.